viernes, 21 de septiembre de 2012

LO QUE PASA EN ALCORCON, SE QUEDA EN ALCORCON


Me pirran los casinos. En general me encanta todo lugar que apeste a dinero sucio, a degeneración y a pecado. Casinos, bingos y cualquier lugar recreativo son un centro social para gente de lo mas variopinta. A base de frecuentar esos lugares vas conociendo no a la gente, sino al prototipo de gente que los frecuenta. A primeros de mes se suelen ver los mejores números y puedes ver al ludópata empedernido que acaba de cobrar y se le nota dinero fresquito en la cartera, incluso puedes imaginarte la bronca posterior en casa cuando llegue sin un duro, "Manolo, no puedes ser tan hijo de puta, que creíamos que teníamos termitas y son los niños, que se están comiendo ya los muebles" todo adornado con vajillas estrellándose en las paredes. Luego está el idiota que ha tenido suerte en dos manos y ya se ve alquilando una furgoneta para llevarse los billetes, pero como sucede siempre, la avaricia romper el saco y acaba empeñando el peluco porque cree que ese día está tocado por una varita mágica y la suerte le tiene que volver. En toda mesa donde haya torres de fichas no puede faltar una puta arrimada a quien acumula mas pasta, sabiendo que gran parte del botín va a ser para su coño horas después. O el pesado con whisky en mano que va de mesa en mesa hasta arriba de alcohol y farlopa dando por culo hasta que la seguridad del local lo echa. O la madurita, ya sea viuda o divorciada que acude por encontrar un centro social en el que relacionarse porque ya no está para discotecas.

Pues ahora imagínense todo eso que a día de hoy tenemos desperdigados por toda la geografía española, metidos en un mismo lugar. Imagínense una ciudad del juego al estilo de la horterada de Las Vegas. Imagínense 500 putas del este y otras tantas nacionales. Imagínense a todos esos ingleses que desayunan con cerveza y que a día de hoy van meando y vomitando por las calles de Salou, convirtiendo Eurovegas en su patio de recreo invernal. Unamos a todo eso a los cuatro garrulos que cada sábado vemos en nuestra ciudad haciendo el gamba por las calles porque están de despedida de solteros, todos van a acabar ahí. Súmale a Cristiano Ronaldo y a Sergio Ramos con trajes blancos paseando por el lugar al mas puro estilo gángsters horteras, a Anita Obregón reinventándose tras su enésima operación estética buscando macho todavía con vendas en la cara, a Ortega Cano llegando al casino y peleando con el aparcacoches porque según él solo se ha tomado dos cocacolas y puede aparcarlo él perfectamente, y todo esto ante las cámaras del sálvame en directo.

No sé por que la gente tiene tanto miedo a la construcción de esta maravilla, nada va a cambiar, es lo que tenemos a día de hoy en toda España, solo que concentrado en medio de un secarral castellano. El sitio se vende por si solo, no necesita ni promoción. España cañí, ludópatas, alcohol, drogas, putas, ingleses vomitando, famosetes casposos dejándose ver.. ahora que me diga alguien que no piensa ir a vivir emociones fuertes. Lo que toca soberanamente la polla es que todos sepamos lo que hay y lo que va a haber,  y que nos intenten vender algo glamouroso, hacernos creer que le van a quitar la clientela al casino de Monte Carlo y que los príncipes Qataries van a desfilar por el lugar en sus Rolls Royce.

sábado, 8 de septiembre de 2012

RECORTES DE VIDA Y AMOR

Tras ver semejante obra maestra tengo sentimientos encontrados, por un lado doy gracias a mi amiga María por haberla vuelto a encontrar y por tener la ocurrencia de aconsejarme vela. ¿Como he podido pasar 30 años de mi vida viendo bazofias mientras me perdía algo así?. Por otro lado, te queda un gran desconsuelo y te haces una pregunta, ¿y ahora qué?  ya todo lo que veas a partir de ahora te va a saber a poco.

Todo se desarrolla en un pequeño pueblo siciliano, pero podría ser cualquier otro, incluso cualquier pueblo andaluz, sur mediterráneo al fin y al cabo, donde sentimientos como la amistad, la familia o el amor cobran sentido como en ningún otro lugar. Totó es un niño como solo puede ser un niño de pueblo, vivaracho, travieso, curioso, dentro de una deprimente Italia de la postguerra. Su madre vive amargada sabiendo que el marido  que un día fue a la guerra, nunca volverá. El refugio de Totó es el cine del pueblo, el cinema paradiso, aunque no queda claro si su atracción por aquella cabina de proyección se debe a la fascinación que le produce ver como unos pequeños fotogramas pueden convertirse en pura magia, o si se debe a que en aquella cabina encontraba al padre que nunca tuvo. Se trata de una historia de amor en la que nunca se sabe si se buscaban o simplemente se encuentran, ya que Alfredo también encuentra en Totó al hijo que nunca tuvo.

Totó se convierte en el inseparable amigo de Alfredo, y juntos en una pequeña cabina de proyección proyectan no solo cine, sino que van reflejando la sociedad del momento a medida que van pasando los años. Desde el puñetero cura que tenia que ver previamente las películas para censurar cualquier beso y obligaba a recortar los fotogramas comprometidos con el toque de una campana, hasta la época del destape donde la chavalería acude al cine a hacerse sus pajillas viendo la silueta de una mujer semidesnuda.

Salvatore (Totó) se hace mayor y llega el primer amor, un amor que le cuesta conquistar casi tanto como le costó en su infancia ganarse el amor de Alfredo, ya se lo avisa este "las de ojos azules son las mas difíciles". Días y días esperando en la puerta de Elena (¿por que coño se repiten estas cosas en todo lo que veo últimamente?) que una ventana se abra, meses tachando días del calendario, y cuando por fin consigue el amor de ella, el destino los separa para siempre.

Hay una frase que quedará guardada para siempre en mi memoria: "Cada uno de nosotros tiene una estrella que ha de seguir. Márchate, ésta tierra está maldita... la vida no es como la has visto en el cine, la vida es más difícil. Eres joven, el mundo es tuyo, yo ya soy viejo, no quiero oírte más, solo quiero oír hablar de tí. Hagas lo que hagas, ámalo, como amabas la cabina del Cinema Paradiso cuando eras  niño". No existe mayor demostración de amor que apartar de tí lo que quieres para conseguir a cambio el beneficio de esa persona, y eso lo sabia Alfredo. No quería que su niño, su fiel lazarillo terminara en una cabina de proyección de un cine de mala muerte. El amor verdadero nunca es egoísta, y quizás la vida no es como la hemos visto en el cine, pero si es como la vemos en cinema paradiso.

Varias décadas después Totó es un triunfador director de cine en Roma, pero ya en la primera escena de la película se puede ver que no es feliz. "Ha llamado tu madre, dice que ha muerto un tal Alfredo". No se puede hacer ver de una forma mas elegante que aunque es un hombre triunfador, nunca encontró el amor de Elena en otra mujer, ya que quien tiene al lado en la cama no lo conoce de nada, algo que su propia madre nos deja claro poco después diciendole "siempre que te llamo me contesta al teléfono una mujer diferente".

Totó regresa al pueblo para el entierro de su amigo, pueblo al que nunca quiso volver, porque sabe perfectamente que aunque es un afamado director de cine, todo lo que es, ha sido y será se encuentra allí, se quedó en un pequeño pueblecito siciliano. Al llegar se reencuentra con sus fantasmas, nada ha cambiado, en un pueblo la vida pasa mas lenta, ahí está la misma gente, incluso el loco que 40 años antes afirmaba que la plaza es suya sigue haciéndolo.

Y como colofón, un final apoteósico, el regalo que Alfredo dejó para Totó, porque aunque le pidió que nunca mas volviera a ese pueblo, sabía que iba a estar ahí para despedirlo. Es una película de amor, de amor al cine, de amor a la amistad mas pura, de amor a una mujer, porque nadie puede decir que ha vivido si no tiene un amigo que recordar, un lugar que añorar y el amor de una mujer imposible de recuperar. Por eso Alfredo sabia qué regalarle a su hijo, besos, porque el amor se expresa con besos, aunque haya gente empeñada en ser mas de "abracitos". Y mientras se suceden todos los recortes de esos besos que un día les robaron se puede escuchar el fantasma de Alfredo decirle "Totó, estos putos curas no pudieron con nosotros". Entonces, no te queda otra que dejar de ser un hombretón y echarte a llorar, como hice yo.