sábado, 18 de agosto de 2012

CHOCHITO BLANCO BUSCA SERPIENTE NEGRA.... O AL REVES


Así a bote pronto poca gente necesita mas reclamo para ver una película. Pero si quien adereza todo es un maestro como Samuel L. Jackson y una espectacular lolita llamada Christina Ricci, todo fluye mucho mejor. ¿Quien necesita más? yo a estas alturas espero tan poco del cine que con una trama medianamente organizada y con dos polvos salvajes me doy por satisfecho, pero si a esto le metes buen blues tocado en una Gibson Les Paul, la cosa promete bastante.

Para que nos vamos a engañar, en todo pueblo hay una Rae, una guarrilla con fama de tener el coño hecho para todo menos para mear. Y en todo pueblo hay un tonto que acaba picando con la guarrilla a la que todos se la follan, pero que como siempre, el cornudo es el ultimo en enterarse. Rae aparte de ser bastante guarra es medio yonki, y todo el pueblo afirma que tiene ladillas, pero a la vez todo el pueblo se arriesga a contraer la enfermedad a cambio de mojarla en ese chochito. Es más, si Rae no fuera tan guarra y no viniera con premio, seguramente no daria tanto morbo. El sexo debe ser guarro, con pieles grasientas y sudorosas, porque el sexo también se disfruta en el olfato, en el tacto y en el paladar.

En cambio Lazarus es un negro (muy importante en la película) de campo y  barra de taberna nocturna. Su principal problema bajo mi punto de vista es que se encuentra con Rae en un delicado momento de su vida, justo cuando su pareja lo acaba de abandonar por otro. Todos los hombres sabemos que si una puta se mete en tu vida en ese espacio-tiempo, corres el riesgo de caer en sus zarpas. También tontea con la farmacéutica del pueblo, una negra con corte de pelo a lo vascuence y con pintas de vocal de un coro de gospel.

El tercero en discordia no merece ni ser recordado por su nombre en la película, ya que si no existiera la película habría salido adelante. Se trata ni mas ni menos que Justin Timberlake, un popero mojabragas que es a la buena música y al buen cine lo que el mercadillo de Alcosa a la alta costura, que hace un papel ridículo y patético de novio cornudo y consentido con problemas psicológicos.

Para que lo vamos a negar, los métodos usados por Lazarus para curar la ninfomanía a Rae no son los mas ortodoxos, porque atarla con una cadena a un radiador no debe estar en ningún manual de Freud para curar una enfermedad mental. En el fondo todos podemos ver que a Lazarus le termina importando una mierda la enfermedad de Rae, y lo único que le preocupa es que no se le vaya de su lado, mientras Rae bien sea por el chochito tan alegre que tiene o bien por haber desarrollado el síndrome de Estocolmo, sueña con el día en el que la serpiente negra le rellene todo el chocho.

Me arriesgo a aventurar que todos los que hemos visto la película esperábamos con gotitas de liquido preseminal el momento en el que Rae fuera brutalmente sodomizada por Lazarus. Todo lo que rodea la historia es morboso, un viejo negro sodomizando a una lolita blanca, un pueblo sureño norteamericano que te hace recordar a la Holcomb contemporanea de A Sangre Fría.

El final es decepcionante, para que lo vamos a negar, nadie espera un final con un Lazarus con una felicidad forzada agarrado de la mano de la farmacéutica negra y fea, con una boda entre Rae y el mongolo de Timberlake, y mucho menos que termines con la idea de que todo lo transcurrido en la película no sirve para nada, porque justo antes de que salgan los títulos, Rae y su ya marido nos hacen ver que nada ha cambiado y que los dos terminan con el mismo problema que al principio. Sí, se que soy un hijo de puta contando el final.

En momentos como ese es cuando incomprensiblemente deseas que la película no hubiese caído en manos de la moralina norteamericana y crees que lo mejor es que hubiese sido dirigida por un director de cine maricón, socialista y español, un Almodóvar cualquiera. El polvo final hubiese sido apoteósico. Guarro, con mucho sudor y con las ladillas de Rae llorando de emoción tras endiñarle Lazarus unas cuantas puñaladas de carne... y mientras eso sucede, que suene blues, un buen blues.



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